Temas laborales: mucha ideología, poca fiscalización

Viernes, 26 Julio 2019 - 4:30pm

Huaraz en Línea.- Los temas laborales seguramente estarán presentes en el Mensaje a la Nación del Presidente Vizcarra. Como se sabe, en diciembre pasado se aprobó la Política Nacional de Competitividad y Productividad (1), que debe convertirse en Plan dentro de poco. Hubo mucha controversia sobre el tema laboral, pues no se dio el diálogo prometido con las organizaciones sindicales.

Uno de los temas de mayor discusión es la informalidad laboral, que alcanza al 65 a 70% de la Población Económicamente Activa del país. Para el sector liberal, uno de los principales problemas radica en una sentencia del Tribunal Constitucional del 2001, que establece la posibilidad de la reposición del trabajador ante un despido fraudulento (con motivos inventados o sin una causa justa), como alternativa al pago de una indemnización por despido (2).

Esta sentencia habría generado el crecimiento desproporcionado de los contratos a plazo fijo en sector formal y reducido la probabilidad de contratos a plazo indeterminado, lo que a su vez habría implicado pérdidas a los trabajadores y un fuerte malestar entre los empresarios (que no quieren la reposición del trabajador despedido) sino solo pagarle una indemnización y que quede fuera de la empresa.

Esta argumentación fue ampliamente rebatida. Se demostró que los contratos a plazo indefinido venían disminuyendo desde 1998, en buena medida por la baja en la afiliación sindical permitida por la “reforma laboral” de Fujimori de principios de los años 90. Esto se puede apreciar claramente en el Gráfico N°1.

Pero los sectores liberales, erre que erre, han seguido insistiendo en su propuesta, afirmando que hay una cantidad innumerable de juicios entablados por los trabajadores ante sus empresas para no aceptar la indemnización y seguir exigiendo la reposición. Por eso, la sentencia del TC debe revertirse.

Sin embargo, recientes declaraciones de la Ministra de Trabajo nos dicen que eso no es cierto pues las demandas de reposición que se analizan en el Poder Judicial son mínimas. Dice la Ministra: “En el diálogo nacional que hemos entablado para la discusión de las medidas sostuvimos reuniones con magistrados. Y en las consultas y en los diálogos pedimos información de cuál era la densidad de las demandas laborales en mérito de pedidos de reposición de los trabajadores. Y del universo, representan apenas el 2% de la carga que asumen nuestros magistrados” (“MTPE: eliminar reposición por despido arbitrario no impactará en la productividad”, Semana Económica, 15/07/2019).

A confesión de parte, relevo de pruebas.
Un segundo tema relacionado con la informalidad laboral fue tratado hace poco por Mariano Bosch, analista del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Dice Bosch que hay una correlación estrecha entre el cumplimiento de la normativa laboral y una mayor formalidad. Dicho de otra manera, si la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (SUNAFIL) es débil y tiene pocos inspectores laborales, entonces habrá incumplimiento de las normas.

Agrega Bosch que Perú tiene 0,2 inspectores por cada 10,000 trabajadores comparado con 1,7 en Chile o 0,8 en Uruguay. Esta falta de monitoreo y capacidad de fiscalización permite, en gran medida, que trabajadores y empresas operen en la informalidad. Se puede apreciar (ver Gráfico N° 2) que a mayor inspección laboral (Chile), los cotizantes a la seguridad social (que son trabajadores formales) llegan al 70% de la población ocupada. Lo contrario sucede en Perú, México y Nicaragua que tienen menor cantidad de inspectores y solo entre 20 a 30% de la población ocupada cotiza a la seguridad social.

Ciertamente, el debate sobre el tema laboral no se agota aquí. El tema central de discusión es, en verdad, que existe una brecha de productividad entre el llamado sector “moderno” y el sector “tradicional”, lo que polariza la estructura productiva del país y explica la persistencia de la informalidad. Como dice la OIT: “el país carece de una amplia capa de medianas y pequeñas empresas con productividades no muy distintas de las grandes empresas. Eso permitiría la generación de encadenamientos de arriba abajo y viceversa” (3).

Para algunos, esto se arreglaría simplemente con el crecimiento económico y el “chorreo hacia abajo” que éste produciría. Como argumento se tiene que durante los años de fuerte crecimiento económico –del 2003 al 2013- impulsado por el súper ciclo de altos precios de las materias primas (en gran medida porque China se estaba industrializando), la informalidad de los asalariados privados bajó del 68.2 al 54.6%.

Cierto. Pero aquí se debe introducir una variable clave: la sostenibilidad de ese crecimiento, más allá del ciclo de precios de las materias primas. Y eso no sucede. Hemos desaprovechado esos años de crecimiento. La prueba al canto la vemos a diario: todo radica en “si sale o no sale” Tía María.

Nos hemos quedado en el “piloto automático” y no hemos girado hacia políticas de diversificación productiva que puedan encender nuevos motores de crecimiento. Necesitamos avanzar hacia esa telaraña de empresas de diversos tamaños, lo que puede conseguirse con la petroquímica del gas de Camisea o con la producción de fertilizantes en Bayóvar (en lugar de exportar roca fosfórica e importar fertilizantes caros) lo que impulsaría el agro nacional.

Volviendo a lo laboral, podemos concluir que hay una gran dosis de carga ideológica en los planteamientos neoliberales. Eso queda claro en el tema de la reposición por despido arbitrario. Y, también existe una escasa o nula voluntad de que se implemente una debida fiscalización de las empresas, lo que ayudaría a reducir la informalidad. Por eso, no creemos que haya mucho que esperar en el mensaje del domingo. Igual, Feliz 28 para todos.

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